martes, 18 de diciembre de 2007

Los kilos están para pesarnos

Desde que estoy juntado con mi señora, me he dado cuenta (y no hay que ser inteligente para saberlo) que algunos kilos se han agregado a mi masa corporal.
De esta oración que les mencioné hay un par de puntos que voy a analizar.
Todo es causa y efecto. Como y engordo. Eso lo explica todo. Como dijo Jack Black en “Escuela de Rock”: “No hago dieta porque me gusta comer, ¿es un crimen?”.
Y estoy de acuerdo con él. Si tengo que ser sincero, he sido flaco dos veces en mi vida. Una por falta de sexo y la otra por pasarme de vuelta con el trabajo. La primera fue en la época en que iba a segundo año de la secundaria. Muchas chicas, en ese tiempo, me seguían, y el dormido no se daba cuenta las posibilidades que tenía allí. Muchas, les confieso, se regalaban.
La segunda fue cuando trabajaba en Morrison. Eran once horas de trabajo, casi sin parar. Tenía un descanso de una hora, en donde estaba tan cansado, que en lo que menos pensaba era en la comida.
Aquellos que pensaban por lo bajo, o aquellos que cuando me iba de la junta, decían a mis espaldas “¿viste que gordo que está el Luis?” por fin se dieron el gusto.
Si esos mismos, me ven hoy, dirán “qué gordo que está Luis”, en vez de preocuparse de que esté bien.
Estoy convencido que la obesidad no es salud, y tampoco lo es ser delgado. No me interesan las dietas, no me preocupa estar gordo. Son cosas que pasan con el correr de los años.
Es más, sé que dentro de cinco años, aproximadamente, empezaré a quedarme calvo, ¿y creen que eso me molesta, me quita el sueño?
¡Vamos! Soy Luis, ¿recuerdan? Me fui lejos, pero sigo pensando igual. Soy una persona en contra del Costumbrismo. Odio las costumbres que las personas siguen porque otras se las dijo.
La comida está para comerla, ¿qué más quieren? No voy a hacer una huelga de hambre, cuando la tengo. Y con los años, he aprendido cuando cerrar mi apetito, y cuando no. Empezando por los tenedores libres. Son lugares para los que pago mi tarjeta y gracias a ella, puedo comer todo lo que quiera. ¿No me digan que solo comen una entrada de fiambre, van a la parrilla o a cualquier plato fuerte, a los postres y se van? No. No me digan eso. Yo pago, me siento, me hago dos entradas, dos platos fuertes, si tengo espacio, otro plato, un poco más liviano, y después todas las bochas de helado de limón, que el heladero me permita. ¿Eso es abuso? ¿Eso es pecado? ¿Eso es un crimen?
La verdad es que estoy a gusto con mi peso, es la vez en mi vida de adolescente-adulto, que estoy más relleno de la pelvis al esternón, y no me importa. Es mi vida, no de los que me dicen: “Oh, cómo comés, cristiano de Dios”. Es mi vida, no de los que me dicen que coma menos.
Así que, esto es re sencillo: aquellos que me acepten así, de lujo, seguimos siendo amigos, aquellos que no, hay muchas maravillas perfectas en el mundo para fijar sus ojos, ¡Mucha Suerte!

17-12-2007

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